Mi hija pequeña le tenía miedo al agua.
A la de la ducha no.
Me refiero a la de la piscina y a la del mar.
Es curioso, mientras la mayor aprendió a nadar desde muy pequeñita, con esta no había manera.
Mismas acciones, distintos resultados.
Asi que, para acabar con la tontería, este verano me propuse enseñarla a toda costa y me lo tomé como un reto personal.
Nos pasamos muchas horas a remojo.
Y al final lo conseguimos.
Ella y yo.
Podria acabar aqui la newsletter y quedar como el padre del año, pero no es esto lo que quiero contarte.
Lo importante viene ahora.
Muchas tardes, a la hora de hacer visitas, iba desde la piscina.
Me pegaba el ultimo baño con la enana, me secaba, me ponia mis mejores galas y me iba.
No hace falta aclarar que cuando hablo de mis mejores galas me refiero a una camiseta de flores o de los rolling o la que ese dia estuviera mas arriba en el monton de las camisetas.
Luego hacia mis visitas.
Y al final surgia la magia.
Pues bien, ayer tuve la firma de uno de esos pisos que estuve enseñando en el mes de julio.
Casualmente, el vendedor lo había comprado okupado, lo desokupó, lo vació y lo sacó a la venta tal cual.
Sin reformas, ni hostias.
Vendido en una tarde con un gran beneficio.
Y ayer, tras la firma, fuimos a tomar un café todos juntos y comentar la jugada.
Los compradores, emocionados, me felicitaron por mi trabajo y me dieron las gracias en reiteradas ocasiones por tratarles como personas.
Por lo visto hay otras agencias que maltratan al cliente, pero no voy a entrar en eso.
Su negocio, sus normas.
Y tras eso, me dijeron que antes de reservar el piso les surgieron muchas dudas.
Les surgieron dudas porque todo en la visita les pareció raro.
Te cuento como fue la vaina.
Como ese dia habia varias visitas y la mujer salia tarde de trabajar, les di el ultimo hueco.
Primero llegó el marido.
Ella me aviso que se iba a retrasar un poco y me pidió que por favor la esperase porque estaba muy interesada.
Asi que le enseñé el piso al marido y, como hacia doscientos grados, la esperamos tomando un refrigerio en una terraza cercana.
Luego le enseñé el piso a los dos juntos.
Le gustó.
Y ya en su casa comentaron la jugada entre ellos y algun conocido, supongo que algun cuñado.
- Hemos visto un piso que nos ha gustado mucho, pero había algo raro. El agente era un chico muy majo que nos ha tratado genial, nos ha explicado todo muy bien… pero iba en chanclas.
- No lo compres, eso es una estafa seguro.
A ver, en mi defensa diré que no recuerdo haber ido en chanclas a enseñar el piso… pero no es descabellado.
¿Qué pasó después?
Lo de siempre.
La mujer me buscó en internet, o como dicen los modernitos, me stalkeó.
Mi marca personal la sedujo.
Y el final ya te lo sabes.
En chanclas, en bañador, en… en el enlace de arriba.
PD. Hoy tengo otra firma. La firma mas surrealista de la historia. Ya te hablaré de ella, que ahora me da la risa.
Ja, ja, ja, que bueno eres, me parto