Cuando vi La Naranja Mecánica por primera vez, una escena me impactó sobre todas las demás.
No era aquella escena en la que violan a una dama delante de su marido al ritmo de I´m singing in the rain.
No.
Ni cuando el prota se carga a la mujer de los mil gatos de un pollazo.
Si, un pollazo.
Es literalmente un pollazo porque le estampa una estatua con forma fálica en la cabeza.
Pero tampoco es esa.
Ni tampoco cuando Alex es sometido al proyecto Ludovico y le tienen horas y horas con los ojos como platos mirando películas bélicas mientras suena la 9ª sinfonía del glorioso Ludwig Van.
Nada.
Supongo que al ser la ultraviolencia el hilo conductor me esperaba este tipo de salvajadas.
Lo que verdaderamente me impactó fue cuando Alex sale de la cárcel convertido en una piltrafa humana y vuelve a casa de sus padres.
Al llegar se encuentra a otro maromo ocupando su espacio y descubre que sus padres han alquilado su habitación.
Ya no hay sitio para él.
Y sus padres, sintiendolo mucho, le invitan a irse.
No lo entendí.
Podía entender que los padres no quisieran saber nada de él.
Podía entender que le mandaran a la mierda.
Pero eso de alquilar su habitación cuando todavía estaba caliente…
No se, está muy feo.
Con el tiempo entendí que estos hijos de la Gran Bretaña son así y que cuando los vástagos crecen se les invita a buscarse la vida.
Si quieren seguir viviendo en la casa familiar, les toca apoquinar a base de bien.
Y si se van, su habitación se alquila.
Sin miramientos.
Eso en España era impensable.
Hasta hace 4 dias lo de alquilar habitaciones era algo exclusivo de universitarios que se iban a estudiar fuera.
Y cuando alguien daba el paso y volaba del nido,seguía teniendo su habitación ahí esperandole por lo que pudiera pasar.
Por si le echaban del curro o de casa.
O de los dos sitios a la vez.
Ese mundo esta desapareciendo.
En España la gente se está acostumbrando a compartir vivienda y el alquiler de habitaciones va a generalizarse.
Dentro de unos años, quien pueda alquilarse un piso completo, será un privilegiado.
A mi esto no me termina de gustar.
Pero mis gustos no importan.
La realidad es la que es y no querer aceptarla solo porque no nos gusta es algo infantil.
En
lo vemos a diario.Cada dia tratamos con decenas de inversores que nos piden inmuebles amplios para reformar con el objetivo de maximizar el número de habitaciones y reducir las areas de convivencia común.
Y nunca falta el hater y su frasecita sin gracia:
¿Has pensado meter una cama en el cuarto de baño, otra en la cocina y otra en la terraza y sacar tres habitaciones mas?
En fin…
PD. Los 7.000 inversores que forman parte de
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