El sector inmobiliario es un sector muy competitivo.
Si te das una vuelta por cualquier calle de cualquier gran ciudad, verás que hay más inmobiliarias que bares.
Y eso en España es mucha tela.
Para la mayoría de agencias, que haya tanta competencia es un problema.
Cada captación se convierte en una batalla contra otras agencias. Una batalla en la que para enganchar al propietario hay que estar dispuesto a enfangarse más que las demás.
Una captación es una captación y cualquier acción esta justificada.
Todo vale.
Vale todo.
En cambio, para otra minoría de agencias la competencia es una bendición.
Significa que hay mercado.
Y cuando hay mercado, solo con hacer las cosas bien puedes abrirte camino y desarrollar un negocio muy rentable.
La diferencia entre unas y otras es importante.
Unas agencias ponen el foco fuera, en lo que no se puede controlar, y otras lo ponen dentro, en lo que depende de ellas.
Unas se justifican hablando del cesped y otras asumen responsabilidades.
Unas se excusan de sus malos resultados hablando de la mala fama del sector (la mala fama que ellos le han dado durante décadas) y otras se preocupan unicamente de darle buen servicio a sus clientes.
Así, mientras unas se ponen nerviosas viendo como caen las ventas y la confianza de los clientes, otras ven que cada día hay mas clientes deseando hacer operaciones con ellas.
El otro día hablé de esto con mi colega Hool.
Conté las prácticas mafiosas que utilizan las franquicias encorbatadas cuando un propietario decide contratarme a mi y pasar de ellas.
Hablé de los ataques de celos que sufren estas inmobiliarias, como si fuesen adolescentes despechadas.
Y lo hemos grabado y lo hemos subido a youtube.
Dando mandanga a franquicias despechadas.
En el enlace de arriba.